Un estudio reciente publicado en la revista Trends in Ecology and Evolution, afirma que los sonidos que son producidos por el tráfico de los coches, las plantas industriales, las máquinas de construcción de inmuebles, etc., producen interferencias nocivas para la comunicación de muchos animales. Sostienen que la contaminación auditiva se ha vuelto tan intensa que está amenazando la biodiversidad.
Este estudio prueba que la contaminación de los ruidos urbanos no afecta solamente a los seres humanos, sino que interfiere también en el equilibrio ecológico y animal. Muchos animales poseen un sentido auditivo extremadamente sensible, una herramienta que todos ellos necesitan para su supervivencia como especies. Por ejemplo, los murciélagos que se guían por el sonido para poder mantener el vuelo.
También los búhos utilizan su fino oído para rastrear a sus presas. A raíz de estas investigaciones, los científicos han encontrado que los murciélagos evitan sobrevolar por zonas ruidosas, como ciudades densamente pobladas o con vías de tráfico continúo.
También, las hembras de cierta clase de rana gris en poblaciones asentadas cerca de vías de paso de automóviles, tienen dificultades para encontrar el llamado del macho, en épocas de apareamiento. Esto está sucediendo, especialmente, en Canadá, donde estas especies de ranas están disminuyendo a medida que el tráfico aumenta.
Este estudio prueba que la contaminación de los ruidos urbanos no afecta solamente a los seres humanos, sino que interfiere también en el equilibrio ecológico y animal. Muchos animales poseen un sentido auditivo extremadamente sensible, una herramienta que todos ellos necesitan para su supervivencia como especies. Por ejemplo, los murciélagos que se guían por el sonido para poder mantener el vuelo.
También los búhos utilizan su fino oído para rastrear a sus presas. A raíz de estas investigaciones, los científicos han encontrado que los murciélagos evitan sobrevolar por zonas ruidosas, como ciudades densamente pobladas o con vías de tráfico continúo.
También, las hembras de cierta clase de rana gris en poblaciones asentadas cerca de vías de paso de automóviles, tienen dificultades para encontrar el llamado del macho, en épocas de apareamiento. Esto está sucediendo, especialmente, en Canadá, donde estas especies de ranas están disminuyendo a medida que el tráfico aumenta.
VICTOR CUEVAS ALARCÓN
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